En una entrevista de más de hora y media con Nación Pádel, conversamos con Fabián Parolin sobre diversos aspectos de su vida, del pádel nacional e internacional. A lo largo de un recorrido personal de más de 30 años, incluimos sus comienzos, su llegada a Chile, el Club del Bosque, la FEPACHI y lo que se viene a futuro, descubrimos los desafíos superados en las distintas etapas de su carrera. Fabián es uno de los personajes más importantes y, por qué no decirlo, más polémicos del pádel nacional.
En esta primera entrega conoceremos sus inicios en el pádel, su vida en distintos lugares de Chile, el auge y caída del primera boom del pádel, hasta llegar a donde es su actual hogar, El Club del bosque.
El inicio del camino de Fabián Parolin
Nación Pádel: Para empezar, nos gustaría que nos contaras brevemente sobre tu trayectoria personal y tus orígenes, así como cómo llegaste al pádel.
Fabian Parolin: Comencé en el pádel hace más de 30 años, alrededor de 1989. Me alejé del tenis debido a una enfermedad y justo entonces surgió el pádel, aunque inicialmente como una actividad social. En ese tiempo, no había clubes de pádel abiertos; solo existían en clubes de golf o similares. Nos invitaban a competir en torneos bastante atractivos, llenos de glamour y otras actividades entretenidas. Las reglas eran sencillas y aún no existía una estructura definida para el pádel, incluso algunas canchas tenían rejas de apenas un metro y medio. Todo esto cambió con influencias de México, después España y de allí a Argentina, donde el deporte comenzó a profesionalizarse.
Mientras tanto, yo estaba en mi carrera universitaria y compaginaba ambas actividades. Eventualmente, dejé totalmente el tenis. Me dediqué a competir y terminé siendo uno de los veinte mejores a nivel nacional en Argentina. También comencé a enseñar, habiendo realizado cursos con la Universidad de Mendoza y en Buenos Aires.
En 1994, durante una fuerte crisis económica en Argentina, surgió una oportunidad en Chile. La empresa Milo de Nestlé, junto con un amigo productor, Alberto Rodríguez, me ofrecieron dirigir un proyecto en la playa de Reñaca. Fue la primera vez que se montó una cancha en esa playa, y además de dirigir, competí y me fue excepcionalmente bien. Tras esa experiencia, decidí quedarme en Chile donde ese mismo año terminé siendo el número uno.
Mi compañero entonces sugirió que fuéramos a España, donde el circuito mundial estaba creciendo. Sin embargo, decidí quedarme en Chile mientras él se mudaba a España. Continué compitiendo y cambiando de compañeros, manteniendo el primer lugar en el ranking con varios de ellos.
Finalmente, en 1999 recibí una propuesta para trasladarme al sur, a Punta Arenas.
Era una verdadera aventura y realmente me gustaba. Punta Arenas era un fuerte bastión del pádel en Chile, aunque no muy conocido acá, pero sí reconocido allí. Así que, en 1999, me mudé a Punta Arenas y, aunque inicialmente fue por un año, terminé quedándome nueve años. A pesar de que el pádel en Chile sufrió una caída significativa en el año 2000, continué compitiendo y viajaba a todos los torneos disponibles en Santiago. Los clubes históricos se mantenían, pero las competiciones eran más limitadas y en ocasiones sin premio económico.
Sin embargo, me mantuve activo en la competición, jugando por la selección chilena y participando en un total de siete mundiales, logrando el cuarto lugar en dos ocasiones. Durante mi estancia en Punta Arenas, comencé a buscar maneras de revitalizar el pádel para que tomara un rumbo más serio. Finalmente, decidí dejar Punta Arenas y regresar a Viña del Mar con el objetivo de establecer un club.
A mi regreso, el pádel en Viña estaba prácticamente desaparecido. Solo había un club con dos canchas que ni siquiera cumplían con las medidas reglamentarias. Opté por establecerme en Reñaca, donde empecé con dos pequeñas canchas de cemento y una cancha de fútbol sintético. Hoy, dirijo un gran club con trece canchas de pádel, un centro kinesiológico, un gimnasio, y muchas otras instalaciones. Me siento muy feliz y satisfecho.
Desde un punto de vista personal, he crecido mucho. Empecé con un par de socios y amigos, quienes ahora son mis amigos cercanos. Continué en el mundo del pádel porque es mi vida, aunque inicialmente mis socios solo se involucraron como inversores. Con el tiempo, empecé a buscar la creación de torneos o circuitos que fueran más importantes y motivadores. Comenzamos con un torneo en la Quinta Región y luego la oportunidad de tomar las cosas más en serio se materializó.
NP: Y en este viaje, desde tu llegada a Reñaca, tu paso por Punta Arenas y tu retorno, ¿cómo influyó tu familia en todo esto?
Fabian Parolin: Estos fueron grandes riesgos, ya que no había certezas, especialmente porque el pádel estaba muy inexplorado en Chile. Soy soltero, nunca me casé ni tuve hijos. Estaba en pareja, pero decidir venir aquí fue muy difícil al principio, ya que significaba alejarme de todo: mi familia, mis amigos, todo mi entorno. Al principio, viajaba mucho a Mendoza, trataba de volver cada 15 días. Sin embargo, a medida que me adaptaba al lugar, comencé a hacer amigos y a llenar esos vacíos, esos momentos de tristeza por la nostalgia de la familia y los amigos.
Empecé a establecerme y a crear y mantener nuevos vínculos. Además, siempre me atrajo el orden que tiene Chile. A pesar de que mucha gente se queja hoy en día, creo que Chile, junto con Uruguay, son burbujas en Sudamérica; son países con un orden y una estructura que permiten proyectarse y soñar a largo plazo. En países como Argentina, de donde vengo, uno vive con una incertidumbre diaria; los cambios de gobierno alteran todas las reglas del juego y los vaivenes económicos pueden cambiarlo todo de un día para otro.
Esto me hizo sentir cada vez más cómodo en Chile, que se ha convertido en mi segunda casa. No pierdo los sentimientos por mi país de origen, pero he empezado a desarrollar un sentimiento por mi nuevo país, y por eso decidí adoptar y mantener la ciudadanía, lo cual me ha permitido competir y sentirme cada vez más arraigado aquí.
Desarrollo del Club del bosque
NP: Recapitulando, vuelves desde Punta Arenas y comienzas este proyecto que es “El bosque”. ¿En qué año decidiste volver y comenzar con este proyecto? ¿Cómo fue el proceso de selección de lugares y cómo llegaste a conformar lo que es ahora?
Fabian Parolin: Bueno, me fui de Punta Arenas a fines de 2008, llegué aquí a Viña del Mar, y cuando decidí establecerme en Viña, ya tenía un club en Punta Arenas y un hostal, pero quería hacer algo más. Conocía todos los lugares donde había habido clubes y, en particular, un sitio que se llamaba Rancho Ad hoc, una parcela de turismo con dos canchas de pádel de cemento y una cancha de fútbol que estaban abandonadas. Este lugar había sido desocupado hace más de cinco o seis años.
Otro club donde había trabajado también estaba abandonado y en mal estado, pero era muy pequeño y sin posibilidad de crecimiento. Por otro lado, el lugar donde estamos hoy, conocía al dueño y me costó mucho convencerlo para alquilarlo. Afortunadamente, y gracias a Dios, llevamos ya 14 años aquí; empezamos en 2009 con dos socios que eran amigos míos, e inauguramos en septiembre de 2009 el club del bosque, empezando con dos canchas y una de futbolito.
NP: En aquel tiempo, ¿atraía más gente la cancha de futbolito o la de pádel, o era equitativo?
Fabian Parolin: La verdad, no me puedo quejar porque generamos un círculo de personas que ya jugaban o habían jugado pádel en Viña del Mar. Siempre hubo movimiento, éramos el único club en la región en ese momento. La cancha de futbolito también funcionaba bien, pero las de pádel tenían mucho éxito. Alrededor de un año y medio después, iniciamos la segunda etapa creando la primera cancha de vidrio en la zona, seguida de la primera cancha de squash completamente de vidrio en Chile. Compramos una cuarta cancha que estaba en una casa abandonada y, eventualmente, decidimos agregar dos más. Para 2019, teníamos seis canchas hasta que el estallido social propició un auge en el pádel, ya que la gente dejó de frecuentar lugares nocturnos y empezó a buscar actividades más seguras.
Posteriormente, con la pandemia, tuvimos cuatro meses de cuarentena y mucha incertidumbre. No me quedé quieto; remodelé todo el club. Cuando levantaron la primera cuarentena, conseguimos la aprobación del ministerio de salud para reabrir el pádel y el tenis debido al poco contacto físico entre los jugadores. El club estaba lleno desde las 7 de la mañana hasta la noche. Aproveché esa demanda inusual para expandir y añadir cuatro canchas más. Después de una segunda cuarentena, la situación no cambió y añadí otras dos canchas. Para 2022, decidí hacer un cambio importante: renové dos canchas de cemento y transformé la cancha de futbolito en tres canchas de vidrio nuevas, además de convertir las canchas de cemento en un gimnasio grande. Ahora tengo 13 canchas, un gimnasio, un centro kinesiológico, una escuela de baile, y un Pump Track para bicicletas para niños con otras atracciones.
NP: Hemos llegado a lo que es hoy en día. Hablas de algo muy importante: cuando estás en la cima, es crucial mantener la cabeza fría y discernir si invertir o no, considerando que lo que vemos ahora no necesariamente representa lo que vendrá en el futuro, sino que las cosas deben estabilizarse. ¿Qué consejo darías a tus colegas que tienen clubes en Chile, y que están experimentando momentos de bonanza o declive?
Fabian Parolin: Primero que nada, cuando decidí expandir el club, lo hice respondiendo a una demanda existente, sabiendo que, aunque la actividad disminuyera, seguiría habiendo un flujo significativo de personas. Por lo tanto, necesitaba un club un poco más moderno.
Pero la última expansión, cuando añadí tres nuevas canchas y renové los arrendamientos, fue con el objetivo de poder organizar megaeventos, que son fundamentales para nosotros. Hoy en día somos casi la sede principal de muchos eventos de la federación por una cuestión de costos, ya que podemos bajar los costos al máximo versus otros lugares que no lo permiten. En Santiago, por ejemplo, es difícil encontrar canchas a bajo costo los fines de semana. Quizás ahora que ha empezado a caer la actividad empiezan a ofrecer, pero en eso nosotros somos fieles a la mayoría de los clubes que se la jugaron en el momento más crítico y que estuvieron con la federación.
Nuestro concepto para estas tres nuevas canchas era poder ofrecer clases continuas, no solo en horarios de baja demanda, como es habitual en otros clubes. Aquí, nuestros profesores pueden dar clases a cualquier hora por el mismo precio, lo que nos ofrece una gran flexibilidad. Además, podemos realizar proyectos para niños a muy bajo costo sin afectar las finanzas del club. La disponibilidad de canchas adicionales nos permite llevar a cabo todas estas actividades.
En el club tenemos nueve profesores de pádel, proyectos semanales y torneos, lo que nos permite ofrecer actividades que quizás no sean muy rentables económicamente, como el alquiler de canchas, pero que mantienen al club activo y fomentan el desarrollo continuo del deporte. Mi consejo para cualquiera que esté en esta actividad o quiera ingresar es considerar el proyecto en su totalidad. No se trata solo de buscar un terreno y montar canchas, eso es un proyecto inmobiliario, no un verdadero proyecto deportivo.
Muchos clubes se crearon como una oportunidad de negocio, pensando solo en rentabilidad a corto plazo sin considerar estudios de mercado o la capacidad real de la zona. Además, colocar un club al lado de otro sin directores deportivos que generen proyectos es un error. Mi club se llama Club del Bosque, y aunque el pádel es mi actividad principal, el club fue concebido con varias actividades, asegurando así su estabilidad y un flujo constante de personas.
Recomiendo estructuras con proyectos bien definidos. No solo se trata de llenar el club con actividades temporales como torneos para maximizar los ingresos a corto plazo. Esto solo exprime al mismo grupo de personas sin atraer a nuevos clientes. En cambio, los clubes que probablemente perduren son aquellos que tienen programas de formación para niños y que integran múltiples actividades, creando una comunidad y no solo un lugar para competir.
Cuando un niño comienza una actividad y la desarrolla, crece en ella y empieza a competir, es poco probable que deje de practicar ese deporte. Por lo general, quienes juegan al tenis de adultos han pasado por la etapa infantil. Es la actividad deportiva que típicamente quieres seguir haciendo. Por lo tanto, no existe un deporte que carezca de formación infantil.
Hoy, afortunadamente, contamos con muchos clubes en el país que ofrecen escuelas para niños y una buena formación. Esto me alegra mucho y es gratificante trabajar y tener contacto con ellos, lo cual enriquece al pádel.
NP: A futuro, ¿cómo ve el club? ¿Cuál será el enfoque?
Fabian Parolin: Claramente, cada etapa trae cambios y demandas de modernización o servicios diferentes. El primer cambio significativo, ya en marcha en gran parte del país, es la estructuración de clubes techados. En Chile, esta estructura no existía, salvo en zonas de lluvia o frío donde era necesaria. Sin embargo, como aquí llueve poco, los clubes solían ser abiertos. Este cambio estructural representa un ahorro de costos considerable.
En esta etapa de crecimiento, con la incorporación de empresarios visionarios, comenzaron a surgir clubes techados en zonas donde antes no había. Actualmente, de nuestras 13 canchas, siete estarán techadas. No planeamos techar las 13, ya que existe una demanda por ambos tipos de canchas. En lugares como Viña del Mar, donde el clima es agradable, muchas personas prefieren jugar al aire libre, situación similar en La Serena o Santiago.
Además, existen clubes ultramodernos como Infinity Pádel en Talca, ubicado en un centro comercial, una innovación en el área. Se anticipan más proyectos de este tipo.
El cambio principal en el Pádel será en los servicios ofrecidos, independientemente del modelo comercial del club. Si bien los clubes que ofrecen diversas actividades pueden financiar el pádel con estos ingresos, para aquellos exclusivos de pádel, los servicios que proporcionan son fundamentales, como la comida y espacios para socializar.
Al igual que en España, donde todos los clubes cuentan con restaurantes y áreas de esparcimiento, debemos considerar adaptar formatos que han demostrado ser exitosos y perdurables.
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